lunes, 16 de enero de 2012

Y qué más da...




Qué más dá lo que haga.

Qué más dá lo que piense.

Y qué más dá lo que yo diga.

Porque al final nunca importa, ¿verdad?



Soy una persona insignificante en un mundo tan grande. ¿Cómo es posible que alguien se fije en mí?

Siempre es al contrario.

Me siento sola y no puedo parar de llorar en silencio.

Me apego a las personas, cuando, en realidad, lo único que les importan son ellos.
O quizás no sólo ellos, pero entre las personas que importan, no puedo evitar sentirme en el escalón más bajo.

Me preguntan por mis problemas, y sólo a contadas personas sé abrirme.
Personas que, seguramente, si leen este blog, que cada momento se hace más deprimente, se preocupen.

Se preocupan porque yo me preocupo, de mis preocupaciones y de las de los demás.
¿Por qué nunca nadie confía en mí?
¿Tan dificil es?

Soy una frontera. Soy suiza. Soy gris.

No soy un juez. Ni un enemigo. Porque quiero ser aliado de todos.

Pero gracias a ello nunca consigo a nadie.
Nadie que confíe en mí.

Porque el miedo es más fuerte que toda la confianza que esa persona pueda depositar en mí.

"No me acerco a tí, por miedo a salir herido."

¿Y yo qué?

¿Yo no me llevo ninguna bala al estar en medio de la guerra?

No. Además de eso, me pegan puñaladas a cada vez que me doy la vuelta.

¿Y entonces, quién sale  más herido?


Está claro que no puedes confiar tanto en alguien.




Pero lo he vuelto a hacer. Cuando me prometí que ya nunca más. Y mi corazón amenaza con despedazarse de nuevo.




...




...Tengo miedo.