domingo, 16 de febrero de 2014

Una se acaba cansando.

Hoy vengo con un pequeño pensamiento al blog, un pensamiento venenoso, que probablemente me costaría mucho si llegase a extenderse.

Me he dado cuenta de que estoy cansada.

Cansada de ser una estúpida.

¡Porque no lo soy!

Estoy cansada de preocuparme por problemas que no son míos, por las batallas de otras personas, personas que tan solo me dan una palmadita en la espalda por participar.

¿Que acaso no se dan cuenta de lo mucho que me esfuerzo? De que acabo recibiendo más heridas de las necesarias. ¿De que no es mi obligación estar ahí? De que lo hago porque quiero.

Estoy cansada de que personas que no me conocen se atrevan a juzgarme.

¿Que acaso cuesta tanto acercarte y saludar? Descubrir por uno mismo las distintas facetas de una persona, antes de hacerte una idea truncada de ella.

Estoy cansada de que se aprovechen de mi personalidad.

Por que, parece que lo que antes era un favor agradecido ahora se convierte en una obligación forzada. Si me niego a hacer algo, entonces la mala soy yo, claramente.

Estoy cansada de alargar el brazo para alcanzar a los demás, y que esas personas no muestren ni el más ligero interés en cogerme la mano y rezagarse. Caminar a mi lado.

Estoy cansada de aguantar berrinches inmaduros , que provocan discusiones tontas ¡Que no deberían haber surgido en el primer momento!

Estoy cansada de los gritos.

Estoy cansada del miedo.

Estoy cansada de llorar y luego sonreír cómo si no pasase nada.

Pero sobre todo...

¡Sobre todo!

Estoy cansada de sentirme sola.

Parece que ese es mi único cometido y estoy harta. Harta de cambiar para no ser aceptada. Harta de tratar de ser perfecta, cuando está claro que no lo soy.

Harta, harta, tan harta...

Tan harta que muchas veces pienso en qué es lo que me ha llevado hoy aquí, en cómo sería mi vida si no hubiera tomado determinadas decisiones.

¿Me sentiría sola y estúpida, en un mundo lleno de seres egoístas, o formaría parte de ellos y conseguiría (¡Al fin!) estar acompañada?


Por ahora solo puedo esperar y desear que las cosas cambien.

Esperar en silencio, oculta, sola y, sobre todo, muy cansada.