viernes, 27 de septiembre de 2013

Anonimato.

*suspiro largo*

No sé ni cómo empezar esta entrada.

No tengo conexión wi-fi, y puede que lo que pienso ahora con respeto a lo que voy a hablar en un par de semanas no signifique nada, pero me siento en necesidad de explayarme. Y parece que este sitio es el único en que tengo “libertad de expresión” con muchas comillas.

En internet es usual escudarse tras el anonimato al actuar. No es sensato dar tus datos, tu dirección, enseñar tu cara, o contar tu historia personal a completos desconocidos cuyas mentes podrían ser lo más retorcido que existe. El anonimato es una máscara de protección, un escudo.

Aunque hay mucha gente que gusta de usarlo cómo arma y arrojárselo a la cara a otras personas, para después ocultar la mano que tiró la piedra.


En la red, puedes escoger quien quieres ser, puedes formarte una reputación completamente distinta a la que tienes en la vida real, puedes decidir quién ser. A fin de cuentas, ¿Qué saben realmente de ti un puñado de desconocidos?

Personalmente me parece algo que indagar, de estudio incluso, lo distinta que puede ser la gente cuando está hablando con un desconocido.
Y es asombroso porque, a menudo, lo que es realmente una tapadera es tu vida real. Quien eres tu realmente, tu manera de pensar, o de expresarte, es mucho más fácil de mostrar bajo la ilusión de que es una máscara, y pensar que hay alguien anónimo, que no tiene ideas preconcebidas de ti, desea, quiere, prefiere pasar su tiempo libre online tratando de conocer a esa persona que tratas de mostrar, es extraordinariamente satisfactorio.


Todos los que hacemos vida social online vivimos con un miedo. El miedo de ver que la persona tras la máscara que has estado tratando de conocer, sea alguien completamente distinto en la realidad. Miedo de descubrir que tu mejor amigo peruano en realidad es un pederasta que vive en tu barrio, o miedo de que aquel de quien crees haberte enamorado en realidad sea un gilipollas compartiendo unas risas con unos colegas haciéndose pasar por otra persona.

Son casos muy extremos, ¿verdad? Pero yo conozco muy bien ese miedo.

Es por eso que, la primera vez que desvirtualizo a alguien, siempre recupero algo de fe en la sociedad. Pensar que esa persona a la que apenas conocía de nada, ha formado parte en cosas que la mayoría de la gente IRL desconoce, y que es real, y existe, y que hay gente buena en el mundo y solo hay que buscarla, me llena de afecto.

Sin duda internet ha revolucionando las relaciones sociales tal y como las conocemos. En tal punto, que las generaciones actuales no la entienden y a menudo la rechazan. Me pregunto si, cuando yo tenga hijos, todo habrá vuelto a cambiar, y será mucho más fácil comunicarse y conocer gente nueva.


Me pregunto si será también más fácil dañar a los demás.


Porque es cierto. Hoy día no es necesario conocer a una persona para hacerla sufrir ¿no es asi? Unas pocas palabras, expresadas de la manera adecuada, pueden herir de la forma más profunda.

Pero hay gente que no comprende eso. Esa fuerza. La fuerza que nos da el anonimato.
(Oh dioses, ahora me vino a la cabeza el cómic de V de Vendetta, o la organización Anonymous ¿Los conoceis? Si sí, seguro que estais pensando lo mismo que yo.)

Hoy día, algo tan bonito como la comunicación entre personas anónimas puede ser una fuerza imparable. Sobre todo si esa fuerza se conjura en un lugar como la red, en este gran baile de máscaras. Una palabra de alguien influyente en la red puede mover masas de gente anónima.

Gente que no conoce a los demás, que pueden atacar en base a una idea preconcebida.

Eso en la vida real, es algo impensable.

Y con esto llego al punto que me ha llevado a escribir esta entrada.

¿De verdad es bueno seguir tan ciegamente algo desconocido?

Una persona con cabeza ni se plantea la respuesta…

…no.

No.

¡No!

¡Claro que no! ¡Es absurdo!

Tenemos derecho a opinar, a mostrar nuestras ideas, a que nos den la oportunidad de pensar, de indagar, de conocer.

Yo, personalmente estoy harta de callarme,  de tener miedo de la opinión de desconocidos en un baile de máscaras.

Estoy harta de que la gente use el anonimato para escudarse y crecerse ante otras personas. ¿Por qué lo hacen? ¿Se sienten superior al resto de los internautas?

Aquí todos entramos con la misma máscara en blanco.

Somos iguales.

Es sinceramente absurdo.

¿O acaso no nacemos todos desnudos y morimos exalando un último suspiro?