lunes, 13 de febrero de 2012

Asco de gente.

Ensayo sobre el mal social.



La sociedad está podrida, es un hecho.

No hay más que mirar a las calles, a la gente. Leer los periódicos, oír la radio; estamos en una época de degradación, de recesión lo llaman, de futura depresión.

¿Y de quién es la culpa?

¿De los políticos?
¿De los sectores ricos?
¿De la democracia?

¿Pero acaso la democracia no somos todos?
¿Entonces es nuestra la culpa?


Exacto.

Gente buena y humilde que ha de vivir las mayores de las desgracias, ignorantes que se regocijan en el mal ajeno, genios apartados del mundo por su propio don, gente retorcida que manipula a los incautos con sonrisas y promesas falsas.

¿Soy yo la única que piensa que esto es una enfermedad? ¿Una plaga? ¿Una epidemia?


Y yo apenas he cumplido los 18 años. La sociedad me considera una niña a ojos de todos; no puedo beber alcohol, no puedo conducir un vehículo, no puedo acabar en la cárcel ni ser acusada de un delito, no puedo votar por mis creencias y tratar de cambiar la situación actual.


Vivimos en una sociedad regida por gente poderosa, que obtiene el poder de la corrupción, que tratan de imponer reformas.
Unos pocos contra la masa, la gente, los que no saben cómo actuar, los que exigen cambios y medidas.
Y no se toman.

Hoy día, en España, y no sólo aquí, los políticos toman decisiones a menudo contrarias a la gente. Los demás, los ciudadanos de a pie no sabemos qué pensar, qué información es verdadera o falsa. Nos hemos vuelto indecisos y recelosos; y así, es muy fácil manejarnos.

Pasamos de una situación de crisis a otra mucho peor, cambiamos de partido político y no se resuelve nada.¿Por qué? Porque todos son iguales.

¿Y entonces qué propones, tú, que ni siquiera puedes alzarte y meter un voto en la urna? ¿Una anarquía? ¿O volver a la revolución francesa y levantarse por lo que es justo?


Yo ya no sé qué pensar.

No sé qué es bueno o malo, sino que todo es falso.
Porque la gente tiende a ser falsa. A ocultarse tras las mentiras, a negar la verdad.

¿Y cuál es el mal por el que nuestra sociedad está podrida entonces?

Somos nosotros, los seres humanos.

Modificamos todo a nuestro paso, nos creemos superiores. Jugamos a ser dioses mortales sobre la jungla de asfalto.
Somos egoístas, avariciosos, y no, no lo neguéis porque nunca he conocido a nadie que no conozca ese sentimiento.
Cuando conseguimos algo no queremos perderlo.
Y siempre ansiamos más, sin importar qué destrozamos a nuestro camino.


Y así, poco a poco, el ser humano acabará con el mundo.


Ya se está notando, ¿verdad?

El calentamiento global, el agotamiento de los recursos, la aparición de enfermedades cada vez más imposibles de curar, la destrucción del medio ambiente, las catástrofes naturales, que no hacen más que aumentar.

Qué gran verdad sostuvo aquel que afirmó que el universo tiende al caos.
Al desorden, a la entropía. La simple presencia de una persona en una habitación cambia su estructura química, consume el oxígeno del lugar, corrompe las partículas.

Y si es así, ¿no somos nosotros acaso la mayor fuente de desorden del planeta? Somos una plaga en la corteza de la Tierra. La erosionamos, destrozamos, levantamos.

Pero, eventualmente moriremos y el planeta seguirá estando en el mismo sitio.

Porque realmente no somos nada.

No somos dioses.

Somos simples hormigas, partículas de polvo, apenas una sombra sobre el destello del sol.


¿Y creemos que podemos cambiar el mundo? Por supuesto.
Negarlo sería tornar el motivo de la existencia.

Pero la destrucción, la corrupción, es algo innato en nuestra naturaleza. Somos humanos.
Queremos cambiar, queremos ser grandes, queremos ser recordados, queremos vivir para siempre, queremos afirmar el alma y esas cosas que la metafísica pondera.

Queremos ser felices.


Pero en una sociedad como la nuestra eso es imposible.

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Que qué. ¿Acaso no puedo escribir algo filosófico-político de vez en cuando? Pues menudo encabezamiento para una entrada, ¿no? 


Simplemente hoy me dí cuenta de lo mal que está el mundo y necesité escribir en algún lugar lo que pienso.
Es curioso, este fin de semana he podido ser la persona más feliz del mundo gracias a ciertas personas.
Y ahora estoy como... ¿desengañada?
No importa lo feliz que me hagan algunos, luego otros siempre acaban por arruinar el momento.


Qué asco de gente.


Bueno, era hora de actualizar el blog tras la entrada emo esa, y seguramente mañana suba algo de poesía o prosa por ser San Valentín, pero por lo demás me temo, que me espera una semana ajetreadísima llena de examenes y de tensión en clase. Asique supongo que volveré a la inactividad pronto....


Por qué siempre me falta tiempo para todo. *llora en una esquina*